top of page
flower-of-life-1601160_960_720.png

XIII - LA MUERTE

Foto del escritor: Flor CristaldoFlor Cristaldo


Con el mes de Escorpio, nos sumergimos en el significado del Arcano número 13 del Tarot: “La Muerte”, o el Arcano sin nombre.


Si se piensa el Viaje del Héroe como un paso a paso representado por los arcanos mayores del Tarot, es decir, como desenvolviéndose desde el Arcano 0, “El Loco”, hasta el 21, “El Mundo”, el Arcano 13 estaría representando el momento de la muerte de la identidad. Esta muerte “a mitad de camino” también está simbolizada en la astrología, pues Escorpio no se encuentra al final de la rueda del Zodiaco, sino en el estadio octavo de un camino de doce pasos. A través de estos símbolos, tanto el Tarot como la astrología nos invitan a reflexionar acerca del proceso de la muerte simbólica, la gran “muerte en vida” que alquimistas, gnósticos y místicos de todos los tiempos han intentado dilucidar, aquél paso de índole espiritual que está más allá (y/o más acá) de la muerte física.


En el Arcano anterior, “El Colgado”, se nos aparece el héroe suspendido boca abajo sobre el abismo... No sabemos cómo llegó ahí ni por qué, pero vemos que se encuentra atado con una cuerda de uno de sus tobillos, mientras que con la otra pierna forma la figura de un 4. El protagonista “pende de un hilo” sin ayuda para concretar la muerte espiritual, la separación última de su anterior vida e identidad. En este sentido, “El Colgado” se nos presenta como la antesala de “La Muerte”.


Con los tránsitos de Plutón (regente de Escorpio) suele suceder que, unos meses antes de llegar al punto partil, se siente como si la atmósfera de nuestra vida comenzara a transformarse en la de una película de suspenso... El aire se vuelve más espeso, la piel comienza a erizarse y casi que pueden escucharse unos violines tétricos de fondo. Es como si nuestro cerebro reptil comenzara a percibir que se aproxima un momento de honda transformación. Así mismo es, pensamos, la vibra que transmite este momento en la rueda del Tarot, primero con “El Colgado” y luego con “La Muerte”. Pero, como es de esperarse, luego de la tormenta siempre sale el sol, y con él la comprensión profunda. El Arcano que sigue a “La Muerte” es “La Templanza”, que puede asociarse con el signo de Sagitario, y con la síntesis y la comprensión que suele representar su planeta regente, Júpiter.


Mientras no podamos comprometernos con la muerte, nunca nos sentiremos realmente comprometidos con nuestra vida. Mientras no podamos abrazar el dolor que implica dejar ir las viejas formas conocidas, nunca podremos vivenciar la real potencia de estar vivos. Cual mamushka infinita hacia dentro y hacia fuera, cargamos con un sinfín de capas de vivencias, aprendizajes y vínculos que, para poder acceder al núcleo mismo de nuestro Ser, han de ser desgarradas una por una...


Mientras no podamos comprometernos con la muerte, nunca nos sentiremos realmente comprometidos con nuestra vida. Mientras no podamos abrazar el dolor que implica dejar ir las viejas formas conocidas, nunca podremos vivenciar la real potencia de estar vivos. Cual mamushka infinita hacia dentro y hacia fuera, cargamos con un sinfín de capas de vivencias, aprendizajes y vínculos que, para poder acceder al núcleo mismo de nuestro Ser, han de ser desgarradas una por una...


En este desgarro desde las entrañas, es en donde se encuentra la llave para desvelar, el caudal de potencia que yace escondido, en lo ya caduco de la forma.


Al liberarse las formas que dejaron de vibrar, que ya no resuenan con algún lugar de nuestra consciencia actual, es cuando se hace presente lo real de la muerte, su misterioso accionar: liberar la energía contenida para que se manifiesta un nuevo y vivido caudal de potencia visceral.


Si nos repensamos a nosotros mismos y a nuestros procesos evolutivos, seguramente encontremos un sentido estas pequeñas o grandes transformaciones... A veces tan notorias que hasta nuestro cuerpo físico se modifica, y otras tan sutiles que, aunque por el momento no hayan cambios a nivel de la materia, algo de nuestra forma de ser y vincularnos se empezó a mover. Es como si realmente hubiesen existido esos hilos invisibles que nos entrelazaban con otras personas, y de repente estos hilos fueran cortados por una fuerza misteriosa, quedando el espacio vacío librado al próximo vínculo.


Se trata de pensar la muerte como proceso necesario para la vida, como motor que permite disfrutar de la vida. La muerte en cada exhalación no deja de ser una especie de “pequeña muerte”, de antesala del destino final del ser humano. Una vez más nos encontramos hablando acerca del eje astrológico Tauro-Escorpio.


En la tradición sufí existe un proverbio que reza así: “mutu qabla an tamutu”, o lo que es lo mismo, “Muere antes de morir”. Entender esta frase constituye un reto sutil y a la vez burdo, una invitación a sobrepasar los límites del sentido del “Yo” que nos empequeñece y nos limita. Dichas palabras, pensamos nosotros, suponen dar una nueva dimensión al ciclo vida-muerte-vida: dejar morir las capas ya caducas de nuestro ser en algún punto significa vivir más. Al mismo tiempo, toda muerte no es sino un abandono de nosotros mismos, un dar generoso para obtenerlo todo. Así, el Arcano número 13 nos invita a mudar nuestra piel como la serpiente, sacarnos de encima esos pedazos de nosotros mismos que necesitan ser pasados por el fuego alquímico de la transformación, pues sólo a través de ese proceso puede aflorar en nosotros el Ave Fénix contenido en las cenizas. Cuanto más da de sí el héroe, cuanto más se entrega al fuego, más se tiene a Sí mismo. Podemos entender, entonces, que en la muerte se halla un principio de vida y fecundidad.


De todas formas, aún considerándola simbólicamente como instrumento de cambio y transformación, nos cuesta aceptar la imagen del esqueleto que representa a este Arcano. Gran parte de la humanidad está inmersa, consciente o inconscientemente, en el eje Cáncer-Capricornio, pues somos criaturas de costumbres, animales mamíferos siempre en búsqueda de cariño y confort. Incluso a un nivel más superficial, nos resistimos a los cambios en nuestra vida cotidiana, incluso a aquellos que nosotros mismos hemos planeado conscientemente.


Si bien, como diría Heráclito, “Todo fluye, por ende no nos podemos meter dos veces al mismo río ”, a nivel de lo concreto muchas veces le tenemos miedo al cambio, a la transformación o a cualquier proceso que desestabilice nuestro status quo... Entonces, ¿cómo no ponernos nerviosos cuando aparece “La Muerte” en nuestra tirada, o cuando sabemos que se aproxima un tránsito de Plutón a algún punto sensible de nuestra Carta Natal?


La imagen del esqueleto, si bien es controversial, esconde un significado esotérico. Tenemos a los huesos como aquello que nos recuerda que alguna vez hubo vida, pero esto es así justamente porque son las partes del cuerpo físico que tardan más en degradarse, tanto que a través de ellos la arqueología y la paleontología ayudan a contar la historia de este planeta. Los huesos guardan información filogenética, una esencia muy particular. Al mismo tiempo que representan la muerte, son también parte de la estructura que sostiene la carne mientras dura la experiencia humana. Los huesos representan a Saturno en su nivel más básico. El esqueleto funciona como marco donde se apoyan el movimiento y el cambio, donde se mueve como unidad interconectada aquella parte más duradera de nosotros mismos. Por ende, la muerte se nos aparece como en constante cambio pero conservando una profunda estabilidad; aunque en esencia es una transformación dolorosa y turbulenta, su danza es eterna.


Si seguimos observando los símbolos que aparecen en la carta de “La Muerte”, tenemos la guadaña ensangrentada sostenida por el esqueleto. Dicho elemento, junto con la hoz, es atributo de numerosas divinidades relacionadas con la agricultura en distintas épocas, como Saturno, Ceres, Cronos y Silvano, simbolizando el ciclo de las cosechas que periódicamente se renuevan. Muchos pueblos agrícolas han vinculado estas dos herramientas del campo con la muerte y la esperanza de un renacimiento, símbolo bastante claro en la renovación anual de las cosechas. A su vez, la guadaña presenta la misma forma que la luna creciente, símbolo de Artemisa, quien promete renovación y regeneración a nivel inconsciente, aspecto de la muerte que todavía no alcanzamos a vislumbrar pero que si somos pacientes podremos llegar a ver...


Por último, y no menos importante, si tomamos el número 13 y pensamos cuáles son los otros arcanos relacionados con este número, podemos observar que 1 + 3 = 4, “El Emperador”. Al mismo resultado llegamos con el número 22, pues 2 + 2 = 4. Ahora bien, ¿cuál es el Arcano número 22, si estos llegan hasta el número 21, “El Mundo”? La respuesta es “El Loco”, Arcano que se encuentra tanto al final como al inicio de cada ciclo. El número 0, que puede ser 148293,0 ó 0,93871, también está presente en el número 22, y representa aquél huevo infinito que encierra el secreto de la creatividad en la materia.


Estos tres arcanos, representados en los números 13, 4 y 22, se pueden conglomerar en un trío de la regeneración. “El Emperador”, asociado a Saturno, es el fiel mensajero del orden y la estructura, pero que si no aprende a dejar que la materia siga su propio ciclo, puede correr el riego de cristalizarse en su carácter, volviéndose rígido y tiránico. A nivel de lo personal, es aquél movimiento psíquico que nos permite regenerarnos de forma positiva, aceptando el movimiento propio de la materia creada, de vida y muerte, construcción y destrucción necesarias para la evolución.


Por este mismo movimiento aparece “El Loco”, que aporta el movimiento, la creatividad y la energía necesarias para saltar en la espiral de la consciencia hacia una forma más compleja y a su vez más sencilla del proceso evolutivo. Sin “El Loco” seguramente quedaríamos atrapados en un bucle de repetición, cual la película “El día de la marmota”. Cuando falta energía de “El Loco” -Urano-, se siente ese loop energético: como si a pesar de haber cambios en el fondo se sintiese que se siguen repitiendo los mismos patrones de siempre...


PALABRAS CLAVE


Carta Natal:

* Escorpio; Plutón predominante; polaridad plutoniana

* Tránsitos por las casas IV, VII, XII

* Tránsitos de Plutón a lugares sensibles de la carta, en especial a las luminarias


Revolución Solar:

* Año con Sol en Casa VIII

* Año con Ascendente en Escorpio, o Ascendente anual en la Casa VIII natal


Progresiones:

* Luminarias progresadas en Casa VIII O XII, o en contacto con Plutón natal

* Ascendente progresado en Escorpio


A nivel psicologico: muerte y renacimiento acompañados de dolor, sufrimiento y miedo; desaparición y renovación; transformación; ruptura de viejos lazos para la creación en un nivel de mayor potencial; cambios externos que traen incomodidad. Momento de crisis y transición. Muerte de viejas formas, nacimiento creativo de nuevas formas más en sintonía con la potencia propia.


- Imagen de la baraja Hermetic Tarot, de Godfrey Dowson -


OKEA - Centro de Estudios de Lenguajes Simbólicos

Texto en conjunto con Diego Ivan Arias Angalupe y Florencia Cristaldo

7 visualizaciones0 comentarios

Comments


Responde a toda llamada que excite tu espíritu.

Rumi

Yoga Cristal

             Astrología y Tarot

Página web y contenido creado por Florencia E. Cristaldo
bottom of page