La polaridad transpersonal neptuniana, se experimenta cuando Neptuno se encuentra en determinados lugares de la Carta Natal, hace su danza energética entre el signo que rige Neptuno, es decir Piscis, y su opuesto complementario Virgo, el gran arquitecto por excelencia.
Así comienza a dilucidarse que, ante este océano resonante de híper-sensibilidad pisciana, la psique puede encontrar un refugio en lo virginiano tendiendo a reaccionar a través de la formación de diques de híper-racionalización, mediante un exagerado control de las estructuras y rutinas, o quizá del orden, la limpieza y la constante atención a la salud.
Como alternativa a esta energía diluyente, la persona con polaridad neptuniana puede intentar luchar contra ella cueste lo que cueste, esforzándose por mantener un perfecto orden, una pulcritud extrema, unas rutinas alimenticias rozando con lo hipocondriaco, una agenda sumamente meticulosa, una mente que opera con la mecanicidad de un reloj.
En el otro polo, el sujeto se escapa de toda forma, no quiere pertenecer a ese mundo concreto visto desde Virgo/Capricornio. La persona cree que mientras más diluida esté, más podrá sobrevivir a esa cárcel de tiempos y reglas, entonces busca formas escapistas de vivir la vida, ya sea pasando horas mirando cine, usando alcohol y sustancia para desconectarse del entorno, soñando despierta o durmiendo la mayor parte del día, quedándose por horas en la bañera, haciendo arte sin preocuparse por las cuentas que hay que pagar, buscando estados de meditación alejados de las responsabilidades mundanas, haciendo Yoga o cualquier otra disciplina que sirva para mantenerse en ese “jardín del Edén” energético, sin prestar atención a las responsabilidades de la vida.
Ahora bien, ¿Cómo encontramos el camino del medio? ¿Cómo logramos acercar las distancias entre los extremos, haciéndonos cargo de cada uno de ellos?
Teniendo en mi carta, esta polarización, creo importante entrar en contacto con el vaivén entre orden y desorden, el caos y el no caos, entre exigencia y laxitud.
En algún punto, se trata de aprender a seguir reglas y tiempos cuando hay que hacerlo, pues eso también es fluir a cada momento, y también aprender a relajar cuando el sistema realmente lo necesita.
Sólo así podemos empezar a ponernos como meta llegar a ese entramado de geometría sagrada, perfecta y resonante a la vez, donde la reactividad a nivel emocional tarde o temprano cede para dar lugar a una respuesta integral de todo el conjunto, del individuo y el sistema en intercambio constante. Para internalizar este manejo de la energía, del tono muscular y del foco de la conciencia, recomendamos ampliamante la práctica de Hatha Yoga.
Aprender a manejar el tono muscular a consciencia, es una gran herramienta para esta polaridad, pues a más rechazo psíquico de un sistema hipersensible, más rigidez de dique.
La polaridad transpersonal neptuniana pide encontrar estructuras flexibles como la del bambú para que, sin perder las raíces, podamos dejarnos volar en la fantasía, la ensoñación, los procesos creativos y permitirnos sentir todo ese caudal de resonancia empático.
Tomar plena consciencia de la propia híper-sensibilidad hace que nos permitamos, cuando tenemos la oportunidad, un tiempo a solas para sentir, reciclar y resignificar toda la información vibracional captada aún de forma inconsciente. Utilizar el arte para canalizar toda esa información y lograr la síntesis entre razón e intuición, también es válido. La música, la pintura, el cine, la fotografía, disciplinas energéticas y sensibles, el estudio del lenguaje per se y de los lenguajes simbólicos como la Kabala, la Astrología, la Alquimia, el Tarot, el universo del inconsciente colectivo y los arquetipos; todos ellos son una clara manifestación de este eje y colaboran en la danza de esta polaridad.
S
iempre recordemos que Virgo y Piscis son dos caras de una misma moneda”.
¿ Tenes esta polaridad transpersonal? ¿ Como la vivencias?
Te leemos así aprendemos entre todxs.
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